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Reconstrucción del aspecto de la Hallucigenia sparsa. Foto: Danielle Default |
“Este animal medía
entre 10 y 50 milímetros, tenía la forma de un palo de hockey y era delgado
como un alfiler”, cuenta Martin R. Smith, paleontólogo de la Universidad de
Cambridge (Reino Unido) que ha liderado el trabajo publicado en la revista Nature. El experto describe al animal:
“Catorce espinas sobresalían de su
espalda y, de cada dos, asomaban de su cuerpo dos delgadas patas, cada una de
las cuales terminaba en una par de garras”.
Este peculiar aspecto ha generado gran confusión entre los
científicos. Cuando se identificaron los
primeros restos en los años 70, la reconstrucción de la Hallucigenia fue completamente a la inversa, es decir, los expertos pensaron que las
espinas eran tentáculos, al igual que las piernas, y que la cabeza era la cola.
El análisis de casi 100 fósiles encontrados en
la ladera de una montaña del Parque Nacional de Yoho, en las Montañas Rocosas
de Canadá, permitió a Smith y su equipo resolver las dudas que todavía quedaban
sobre dónde se situaba la cabeza.
Asimismo, los investigadores también aclararon que lo que se
pensaba que podía ser la cola, en realidad no formaba parte del cuerpo del
animal, sino que era una mancha formada por los fluidos en descomposición
generados tras su muerte.
“Cuando pusimos los fósiles en el microscopio ya esperábamos encontrar
un par de ojos, pero nuestra sorpresa vino cuando también hallamos unos dientes
que nos sonreían”, relata Smith. Las imágenes que obtuvieron mostraban una
cabeza pequeña pero alargada, con unos ojos proporcionalmente normales y,
debajo de ellos, una boca con una fina hilera de dientes, que actuaba como una
válvula que evitaba que la comida se cayera cuando el animal absorbía más
alimento. “Esta dentadura supone una
morfología compleja para una especie tan antigua. Esperábamos hallar una
anatomía más primitiva”, manifiesta el científico.
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Fósil de Hallucigenia sparsa. Foto: Martin R. Smith. |
Hallucigenia vivió durante la explosión cámbrica, un
período de gran desarrollo evolutivo que empezó hace casi 500 millones de años,
del que provienen los grandes grupos animales del registro fósil. Está
clasificada dentro de la familia de los panartrópodos, de la que
derivan especies como los gusanos de terciopelo y los artrópodos,
una categoría que incluye a los arácnidos, insectos y crustáceos. “Nuestros
hallazgos permiten saber que estas especies alguna vez tuvieron partes bucales
complejas que se fueron simplificando: estos grupos perdieron sus dientes a
medida que fue avanzando la evolución”, concreta Smith.
“Por tanto, podemos confirmar
morfólogicamente que todas las especies que cambian de piel –los panartrópodos
y los cycloneuralia– comparten un ancestro común, algo que hasta ahora solo se había podido
determinar a través del análisis molecular del ADN”, concluye el
investigador.
Realmente os recomendamos visualizar este video en el que el propio Martin Smith nos lo explica todo y nos muestra fósiles, recreaciones físicas, virtuales y fotos de SEM (microscopio electrónico de barrido).
Fuente: Agencia SINC
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